El embarazo no llega: Seminograma

Hace 10 meses que comenzamos esta búsqueda. Soy consciente de que se habla de una media de un año en parejas sanas para concebir un bebé. Pero a mi el ansia me puede, y al final, una se acaba comiendo la cabeza.

La gran suerte es que disponemos de mutua, y cuando acudí a mi ginecóloga en Enero de 2014, diciéndole que aquí no pasaba nada, no vio impedimento en hacerle un seminograma a mi marido (sólo llevábamos 5 meses de búsqueda). Yo ya me había imaginado a la doctora riéndose en mi cara y diciendo “hasta que no llevéis un año buscando, nada”, como dicen que pasa en la SS. Pero claro, cuando eres tú el que paga, ¿quien te va a decir que no?

Mi marido se hizo el análisis bajo unas condiciones bastante graciosas. En la página web del laboratorio ponía que había que llevar la muestra dentro de la siguiente hora después de la eyaculación. Cuando llamé por teléfono me dijeron lo mismo. Nos extrañó muchísimo que allí no hubiesen “salas de extracción”.

Así le propuse el plan a mi marido:

“Vamos a la ginecóloga. Le pedimos el volante. Vamos a almorzar enfrente del laboratorio que está a la vuelta de la esquina. Cuando hayamos acabado, tu te vas al baño y realizas la “maniobra de extracción”. Sólo será cruzar la calle y entregar la muestra. Después nos vamos a Ikea.”

Y así lo hizo. Entre risas, entramos en el laboratorio y cuando la recepcionista dijo “¿cuanto rato hace de la extracción?”, nos hizo bastante gracia y dijimos “lo que se tarda en cruzar la calle”. ¡Ja ja!

Luego vimos que sí que había salas de extracción allí mismo, pero ya daba igual…

A los dos días teníamos los resultados en nuestras manos, y aunque la cita con la ginecóloga era en 2 semanas, Dr. Google nos ayudó muchísimo en darnos cuenta de que mi marido tiene un ejercito en excelentísimas condiciones.

Fue una alegría para los dos, aunque yo me quedé un poco chof. Los ligeros problemas de esperma se solucionan fácilmente con pastillas, sobres, etc. Los problemas en la mujer siempre son más complicados. Mucho más.

Cuando la ginecóloga vio los resultados exclamó “¡vaya toro bravo!”. Y nos dijo que siguiéramos al lío, que aún era pronto para seguir haciéndonos pruebas y que hiciéramos el favor de volver cuando yo ya estuviera embarazada. ¡Qué maja ella!