Imagínate que tu peque está jugando tan tranquilamente con sus juguetes, pero de repente llega otro niño y se lleva al otro lado del parque uno de sus muñecos. ¿Qué pasa en ese momento?
El peque se pone a llorar porque no entiende lo que acaba de pasar, lo único que se le pasa por la cabeza en ese momento es ¿por qué ese niño ha tenido que llevarse mi juguete?
Como madre o padre, tampoco te encuentras en una de las situaciones más cómodas del mundo, porque está claro que enseñar a un peque a no ser egoísta viene de serie con esto de tener hijos.
Pero el obligarlos a prestar un juguete como si fuera una norma inapelable tampoco te parece buena idea. Nuestro instinto es decirle “Cielo, hay que compartir” “Se lo dejas un poquito y ahora te lo devuelve” “Si ya tienes más juguetes” En ese momento, más que quedarse con la lección, se quedan con el conflicto emocional.
En realidad, los niños son, por naturaleza, seres sociales, cooperativos y generosos.
De hecho, a muchos les encanta hacer dibujos para sus profes, regalos para papá o mamá, compartir la merienda con sus amigos…
Pero con 2-4 años están en una fase egocéntrica del desarrollo, empiezan a reconocerse a sí mismos como individuos con sus propias cosas. Todavía están desarrollando el sentido de la empatía, entendiendo el significado de pertenencia y aún tienen poca comprensión sobre los tiempos y el concepto de reversibilidad de las acciones (piensan que si dejan algo luego no vuelve).
Hay que entender que dos niños no son amigos porque estén en un parque juntos, y que lo que para nosotros sólo es un juguete, para ellos es su bien más preciado (al menos en ese momento) y lo pueden necesitar para desarrollar su historia.
Si os paráis a pensar, en realidad los adultos no somos tan diferentes.
El mejor ejemplo que he leído ha sido este: “Estás en un bar con tu café y leyendo el periódico de la semana. De repente, se acerca un desconocido y, sin decir nada, te lo quita de las manos. Enfadado, te quejas al personal del bar y te responde: “Vamos, tú ya lo has leído mucho, esa persona también quiere leerlo. Hay que saber compartir.”
Papá, mamá, hay muchas otras situaciones cotidianas en las que se puede aprender la importancia de compartir sin la prisa y el estrés de ver cómo se llevan algo que les pertenece. No hace falta tener hermanos ni haber empezado la escuela infantil para aprenderlo. Algunos consejos pueden ser:
Proponerles que jueguen juntos
Y que entiendan que pueden jugar por turnos, con frases como “Ahora te toca a ti, y luego le toca a él”. Los juegos de cooperación y de equipo son perfectos para ello.
Enseñarle a distinguir
Dejar claro qué cosas son de todos, como el columpio o el sofá, y qué cosas tienen dueño. También podemos avisar al peque con antelación preguntándole si hay algo que prefiere no compartir y con qué cosas quiere jugar con sus compañeros.
Expresar lo que siente
A esa edad están en una etapa complicada del lenguaje, así que a veces sus sentimientos necesitan de nuestra ayuda y traducción: “Sé que estás enfadada porque Ana ha cogido tu lápiz azul, ¿Quieres que le pidamos otro color para que podamos acabar de pintar el mar?”
No criticarle
Evitar los calificativos negativos como: “Eres un egoísta” “Sólo piensas en ti”, “Eres un niño muy malo” … Sin duda, el refuerzo positivo es la solución.
Respetar sus cosas
Asegúrate de que sus hermanos, amigos o incluso familiares, también respetan sus cosas, preguntándole si las pueden usar en vez de cogiéndoselas sin permiso.
Y, siempre, siempre, siempre: Dar ejemplo
Ya se sabe que los peques aprenden de lo que ven, así que deja que te vea a ti compartir y negociar con otras personas, pedir las cosas por favor y dar las gracias. Podemos hacer que lo entienda mejor verbalizando los hechos: “Un caramelo para papá, otro para mamá y otro para ti”, luego ellos repetirán esta escena con otros niños.
Habrá cosas que aun así agarrará con uñas y dientes, como todo el mundo. Pero no os agobiéis, con el tiempo verá que es más gratificante compartir que quedárselo todo para sí mismo. Entenderá que la palabra compartir va más allá de lo material y tangible: también se comparte tiempo, historias, ideas…
Y por ir acabando… ¿Quién ha escrito esto? Somos Kinuma, una tiendecita online de juguetes y juegos de calidad. En 2007, con la llegada de nuestro primer bebé, supimos que queríamos encontrar aquellos juguetes que permitan a bebés y niños crear su propio mundo y disfrutarlo. Por eso estamos aquí, para demostrar que la vida debe ser vivida como un juego.
2 comentarios
¡Enhorabuena por el artículo! Estoy de acuerdo contigo en que no hay que regañar a los niños, si no tratar de hacerles que entiendan que tienen que compartir los juguetes para jugar con ellos.
Súper! siempre trato de ser un buen ejemplo he inculcarle los bueno y claro hacerle saber que existe también el mal. Y me ha ido bien.